Dos evaluaciones, un solo profesor

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Dos evaluaciones, un solo profesor

Es fundamental poner fin a esta doble evaluación y avanzar hacia una evaluación docente integral, que permita la profesionalización de los procesos de aprendizajes dentro de su comunidad educativa, con el fin de lograr la mejora continua dentro de la gestión del trabajo docente.

El Sistema de Evaluación del Desempeño Profesional Docente o Evaluación Docente, es una evaluación obligatoria para los y las docentes de aula que se desempeñan en establecimientos dependientes de los municipios o de los servicios locales de educación a lo largo del país.

La segunda evaluación a la cual son sometidos los Profesores tiene directa relación con la ley 20.903, que crea el sistema de desarrollo profesional docente. Esta ley busca reconocer y promover el desarrollo de los profesionales de la educación. Este reconocimiento se realiza mediante un proceso evaluativo integral, el cual busca reconocer la experiencia y el dominio de las competencias, saberes disciplinarios y pedagógicos que los profesionales de la educación alcanzan en las distintas etapas de su ejercicio profesional y de un procedimiento de progresión en distintos tramos que incide directamente en sus remuneraciones.

El docente que se somete a esta doble evaluación, no detiene su quehacer profesional. Las horas que el docente dispone para el desarrollo de sus labores son escasas e insuficientes para realizar todas las tareas que se requieren para sostener el sistema educativo, como la planificación de actividades pedagógicas, creación de material, evaluaciones y sus correcciones, atención de alumnos y apoderados, reuniones de profesores y coordinaciones por área, sumadas a las horas en aula. Las características de la evaluación y las condiciones en que ésta se desarrolla no permiten obtener los fines que se persiguen. Si el docente no detiene su labor profesional para el desarrollo de la evaluación, ésta termina realizándose en horarios fuera de su jornada laboral (siendo que es una exigencia de su trabajo), y se reduce el tiempo destinado para la preparación de la enseñanza, lo que sólo perjudica al sistema educativo.

 La retroalimentación, como resultado de este proceso de evaluación y desarrollo docente, se entrega al año siguiente de la rendición de los distintos instrumentos. Como docentes, sabemos que mientras más cercana sea la retroalimentación desde el momento de evaluación, tendrá un mayor impacto en el proceso de mejora; en cambio, recibir una retroalimentación tan distante no generará el cambio deseado en el profesorado y sólo importarán los resultados de ésta, debido a las implicancias que supone para el docente

Finalmente, la evaluación se vuelve una sobrecarga para el docente. Esta instancia debería ser un momento de reflexión, en el que se detenga el quehacer profesional para que de esta manera surjan las mejoras en el desarrollo de las labores. Es fundamental poner fin a esta doble evaluación y avanzar hacia una evaluación docente integral, que permita la profesionalización de los procesos de aprendizajes dentro de su comunidad educativa, con el fin de lograr la mejora continua dentro de la gestión del trabajo docente.

Foto: El Ciudadano

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Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no representan necesariamente la opinión institucional de Educación 2020 o UNICEF.

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